‘Buena madre y esposa’. Así la recuerda su marido, el cronista oficial, Bartolomé Díaz
María Díaz Gallardo, doña Maruja, falleció en Campanario el pasado día 13 de agosto, a los 75 años de edad, tras una vida dedicada a su familia y a la enseñanza. Su despedida en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción fue una de las más multitudinarias que se recuerdan. En vida, hizo mucho para que así fuera, para que su recuerdo perdure por siempre en la mente de los que tuvieron la suerte de conocerla.
«Buena madre y esposa». Esas son las primeras palabras con las que su marido, Bartolomé Díaz Díaz, se refiere a ella cuando le preguntan por la vida que compartieron juntos, llena de buenos momentos. Contrajeron matrimonio el 24 de agosto de 1967 y fruto de su amor tuvieron dos hijos: Lorenzo y Antonio. Este año estaban a punto de celebrar 50 años de casados. «No pudo ser», afirma emocionado el que fue el hombre de su vida, que es cronista oficial de Campanario.
María Díaz se dedicó durante toda su vida a una de sus pasiones, enseñar. Fue maestra en la escuela de Campanario y más tarde profesora en el instituto Bartolomé José Gallardo. Muchos de sus alumnos estuvieron presentes en su último adiós. Fue una forma de rendir homenaje a esa señora que tantos valores les inculcó.
En la localidad de Cristina, donde ejerció durante dos cursos, en 1964, fue distinguida con un voto de gracia por el inspector don Ramón García Carrasco por la forma de llevar su escuela unitaria. Logrando, luego en Campanario, con todo el colegio, el premio Luis María Sobredo.
Díaz Gallardo será recordada por muchos por ser colaboradora de la Agencia Estatal de Meteorología. Midió las máximas y mínimas temperaturas, así como el nivel de lluvia en Campanario, durante más de tres décadas. Nunca faltó a esa tarea con la que tanto se comprometió. Tanto es así que recibió el Premio Nacional de la Aemet por su dedicación.
Y todo por una tradición que iniciaron sus abuelos hace más de 70 años y que acabó con un broche de oro. De hecho, la primera anotación sobre termopluviometría que envió su abuelo Ricardo data del año 1932, al Ejército del Aire responsable en aquella época, pues no existía aún el Instituto de Meteorología ni, mucho menos, la AEMET.
Maruja recibió una placa de reconocimiento en un acto en el hotel Zurbarán de Badajoz. Se la entregó la ministra Cristina Narbona, en presencia del Nobel de la Paz, Rajendra Pachauri. «Es muy gratificante poder colaborar con un organismo tan importante, sobre todo porque es algo que viene de familia», explicaba hace varios años en una entrevista en el Diario HOY.
Ese es sólo un ejemplo de los muchos triunfos que María Díaz Gallardo cosechó en vida. Hoy ya forman parte de su legado. Junto a ellos, la alegría que siempre derrochaba en cada labor que realizaba.
También formaba parte del grupo de lectoras en la misa dominical y fue tesorera de la hermandad Virgen de los Dolores en la década de los 90.
En definitiva, Maruja fue una mujer maravillosa a la que todo un pueblo echará de menos y recordará por siempre.
Fuente: Hoy Campanario