Agosto de 2017. Clásica noche flamenca en Campanario, la número 50. Esa “L romana” da un poquito de vértigo, pero aquí seguimos y…con la que está cayendo.

La debacle que ha generado la crisis, a nivel general, debe provocar un cambio de visión y actuación de todos los intervinientes en el mundo flamenco (artistas, promotores, managers, aficionados…), pero esto, aunque es para tenerlo en cuenta, es otro tema y debe ser tratado en otro momento.

Aprovechando el clima propio de esta época y por coincidencia de fechas y actividades con el local donde usualmente se celebran estos festivales, esta vez tocó hacerlo al aire libre, sobre el albero del antiguo campo de fútbol con sus graderíos y típicas sillas de festival de verano, carpa para el backstage de los artistas y barra de bar portátil para calmar la sed veraniega de los asistentes.

El formato de esta noche, con la intención de hacerla variada y amena, fue el presentar la versión flamenca de dos zonas geográficas tan diferentes como Extremadura y Jerez.

Los artistas representantes por parte extremeña fueron: Manolo Pinela, cantaor local, y ‘Extremadura pura’, formato creado para la contratación artística del grupo posiblemente más representativo de los cantes y el toque extremeños. Lo componen Miguel y Juan Vargas al toque, la Caíta y Alejandro Vega al cante y el incombustible Peregrino al baile.

De Jerez, Luis el Zambo, al cante, y Miguel Salado, a la guitarra, acompañados al compás por las palmas de Israel y Luis de Rebeco.

Respetando el orden que suele llevarse en estos eventos, cuando hay más de un artista, subieron al escenario en primer lugar Manolo Pinela y Miguel Salado, acompañándoles al soniquete palmero sus incondicionales Paco, Kiko y Jesús.

Es justo reseñar que sin haber actuado nunca juntos y con un mini ensayo el tándem Manolo-Miguel resultó más que solvente. El toque de Miguel Salado acompañando tanto a Manolo como a Luis fue parte absolutamente imprescindible para redondear una noche de nivel flamenco. Su música de sonido jerezano, pleno de compás, virtuoso en sus falsetas, fresco por su juventud y, sobre todo, la humildad y sensible vigilancia a su compañero al cante le hicieron merecedor de los aplausos más sinceros.

Manolo Pinela, conocedor de los cantes autóctonos, comenzó por tientos terminándolos por una buena tanda de tangos extremeños. Malagueñas del Mellizo y la Peñaranda y final con ‘abandolao’ de Frasquito Yerbabuena. Cantes de Levante y, como suele suceder, finalizó con una serie de fandangos naturales cuyas letras suenan a sentencias sociales y humanas en toda regla: «Ni Velázquez ni Murillo / ni Goya ni Zurbarán / han “podío” nunca pintar / la tristeza de un chiquillo / cuando no puede jugar».

Tras un pequeño descanso, pasó el testigo musical a ‘Extremadura pura’ que, como suelen hacer entraron ‘a saco’ por tangos extremeños.

El mágico soniquete de Miguel y Juan Vargas provoca la pasión cantaora de Caíta y Alejandro y éstos a su vez, con un mínimo gesto, con una mirada, levantan a Peregrino de su silla para que regale al público unas pinceladas de su baile genuino y personal, tanto por tangos, jaleos o bulerías. Pero como no solo de fiesta se hace un festival, los cantes de Levante y la soleá hicieron su aparición en las voces rotas de Caíta y Alejandro.

La tercera parte fue Jerez. La guitarra de Miguel Salado y los tonos de una voz personal remataron una noche del flamenco más clásico. Cierto es que la voz de Luis el Zambo se notó afectada en potencia y registros aunque, con la edad también se gana en recursos.

Probablemente, acordándose de Tío Luis de la Juliana, comenzó su recital por tonás, estilo de cante sin acompañamiento de guitarra. Como ciclo natural la cosa siguió con sus ‘bulerías pa escuchar’ (bulerías por soleá) imprescindibles. Con la versátil sonanta de Miguel, que en este acompañamiento estuvo tremendo, Luis se templó por seguiriyas de Manuel Torre y remató con la toná-liviana de Juan Talega.

Por fandangos, soleares, bulerías de Jerez, la presencia en el escenario de ‘Extremadura pura’ y la ‘pataita’ de baile improvisado de sus dos palmeros, terminó una noche flamenca en la que una vez más la Peña Flamenca ‘Duende y Pureza-Pepe El Molinero’ de Campanario regala su tiempo para que en las fiestas no falte esta pincelada musical que tanta afición genera.

Como última reflexión sobre esta actividad festivalera, personalmente, esperamos que continúe esa visión investigadora de nuevos talentos que siempre ha identificado a nuestra peña, que da como resultado la contratación de artistas emergentes y poco conocidos en sus inicios y que acaban siendo figuras reconocidas tal como Miguel Poveda, Arcángel, María Terremoto, etc. Siempre con el respeto y agradecimiento a la actividad de la junta directiva por su trabajo y resultados.

Fuente: Hoy Campanario